El CASTRO CELTIBÉRO DE CASTIL GRIEGOS ocupa la cima de este elevado cerro,
situado a 1.476 metros sobre el nivel del mar, desde donde ejerce un control
estratégico del valle y del entorno. La plataforma superior, delimitada por el farallón rocoso,
dibuja una forma arriñonada de 6.300 m2 de superficie, donde se conservan los restos de dos pequeños recintos amurallados,
contiguos y separados entre sí por un gran foso. Ambos asentamientos fueron potentemente fortificados a partir del siglo III a.C.,
erigiéndose torres de grandes dimensiones, así como imponentes murallas rodeadas de un antemuro perimetral, y de un foso de 150 metros de longitud y
3 metros de anchura, excavado en la roca viva.La existencia de estos dos fortines es uno de los aspectos más relevantes de Castil de Griegos.
A la monumentalidad y complejidad del sistema defensivo, hay que sumar la diferente funcionalidad que debieron tener ambos recintos fortificados durante el tiempo que coexistieron. A priori, nos encontramos no solo ante un lugar de vivienda, sino que se han identificado en el interior del recinto meridional diferentes espacios destinados a talleres,
hecho que evidencia tratarse de un relevante centro de producción artesanal en esta zona del Alto Tajo.
El lugar donde se enterraron los celtíberos del castro de Castil de Griegos fue
en la necrópolis de Puente de la Sierra,
situada en el fondo del valle, a 500 metros al Sur del poblado. Se trata de un cementerio de incineración,
que estuvo en uso desde el siglo VI al II a.C. Esta necrópolis ha sido ya excavada en área, documentándose un total de 264
tumbas. Las tumbas formaban alineaciones, y se componían básicamente de una urna cineraria, dentro de la cual se encontraban las
cenizas y los objetos personales del difunto. Este ajuar está formado principalmente por objetos de adorno personal,
(como fíbulas, broches de cinturón, collares de bronce y vidrio, pulseras, colgantes), y objetos relacionados
con la actividad textil (fusayolas, cardadores de lana)